Acércate a Belén.



Acércate a Belén a escuchar ese evangelio que se te anuncia también a ti, esa  buena y  gran noticia que cada ser humano puede repetir con asombro:  "Nos ha nacido un Salvador". Es Dios quien te lo dice, para que no lo dudes. Te lo dice y te da pruebas. 

Acércate a Belén a escuchar, para que esa música, que fue la banda sonora de la vida de Jesús, vaya haciéndose también la banda sonora de tu vida, y te dé alegría y paz, y te sepa llevar a donde fue él.

Acércate a Belén a dejarte querer, a aceptar que estén dirigidas también a ti las palabras que oyeron los pastores: "Paz a los hombres a quien ama el Señor". Siéntete envuelto en esa complacencia de Dios; experimenta la alegría de caerle bien, de ser objeto de su amor gratuito.


Acércate a Belén a recibir esa gran alegría que es para todo el pueblo: imagina tu vida como comunicación y contagio de ese gozo destinado a llegar a todos. Siente sobre ti la fuerza del Espíritu que te envía a dar la Buena Noticia a los pobres.

Acércate a Belén a mirar y a asombrarte, a transformar la imagen que tienes de Dios: "Dios es ese niño”. La comunicación de Dios “se ha hecho debilidad humana y ha plantado su tienda entre nosotros".

Acércate a Belén a tocar la debilidad de Dios, a experimentar cómo, en medio de un mundo tenso, hostil, cerrado, él hace presente su ternura, su accesibilidad total, en el cuerpo de un niño que se pone en nuestras manos.










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